…y encontrando a Muñoz Molina




En París fue Cortázar y ahora en Oviedo, con motivo de la entrega del premio Príncipe de Asturias de las Letras 2013, Muñoz Molina. Y, aunque sea en Oviedo, en cierto modo sí está relacionado con nuestros viajes. De ahí este post.


Hace años -muchos años- yo había leído “El Jinete Polaco”, que me había encantado, justo antes de hacer un viaje a Nueva York. Nacho lo leyó durante el viaje y tuvo la suerte de hacer coincidir la etapa neoyorquina de la obra con nuestra estancia en la ciudad. Así que, siguiendo los pasos de la novela, nos acercamos un día hasta el Waldrof Astoria y otro día hasta la Frick Collection para ver el cuadro del Jinete Polaco de Rembrandt, que aparece en la novela y además figura en la portada del libro.

Algún tiempo más tarde tuvimos la oportunidad de pasar por Úbeda. Allí indagamos sobre los escenarios de la novela, pudimos situar, entre otros lugares, la Casa de las Torres, nos enteramos de dónde se encontraba la casa familiar del autor en donde vivió hasta que se fue a estudiar a Madrid, e incluso fuimos hasta allí con la esperanza de verlo. Pero, naturalmente, no fue así, hubiera sido mucha casualidad.

Tuvimos que esperar hasta el año 2003 para verlo en persona y poder saludarlo. Fue con motivo de una conferencia en el marco de la Cátedra Emilio Alarcos. Habíamos llevado nuestro ejemplar de “El Jinete Polaco”, que nos parecía su obra maestra, y, acabada la conferencia, me acerqué hasta él para saludarle, declararle mi admiración y relatarle cómo habíamos seguido sus huellas tanto en Úbeda, como en Nueva York. Me escuchó atentamente, nos firmó la postal que habíamos comprado en la Frick Collection con el cuadro de “El Jinete Polaco”, y nos escribió en el libro una dedicatoria premonitoria porque anuncia la idea que se plasmaría más tarde en nuestro blog: “para Tina y Nacho viajeros a Mágina.
 
Ahora, con motivo de los Premios, diez años más tarde y también varias obras y muchos premios después, Muñoz Molina volvió a Oviedo y aquí, además de recibir el merecido galardón a su obra literaria, deleitó a los ovetenses con diversos actos y encuentros que protagonizó a lo largo de tres días. Nosotros asistimos al multitudinario encuentro (más de 1.000 asistentes) con los clubes de lectura de Asturias y Cantabria que se celebró en el imponente palacio de congresos de Calatrava bajo la convocatoria “gente que escribe, gente que lee”. Y al día siguiente, otra vez dentro del marco de la Universidad de Oviedo y nuevamente en la Cátedra de Emilio Alarcos, tuvo lugar otra conferencia suya, o más bien una charla, por el estilo relajado y cercano de un Muñoz Molina que habló -sin mirar una sola nota-  sobre “La literatura como oficio”. El público aplaudió con ganas, creo que entusiasmado tanto con el escritor como con la persona.

Esta vez habíamos llevado el ejemplar de “La noche de los tiempos”, así que nada más acabar me acerqué para saludarle nuevamente, recordarle rápidamente nuestro encuentro anterior y pedirle que nos dedicase esta otra novela. Lo hizo, pero esta vez con menos tiempo: una larga cola de  gente deseaba lo mismo y él se debía a una agenda cargada de obligaciones en razón del protocolo de los Premios. A pesar de todo, ahí queda un nuevo estrechón de manos y una nueva dedicatoria: “para Nacho y Tina, unos cuantos años después”.